[...] El evolucionismo burgués se detiene impotente en el umbral de la
sociedad histórica, pues no quiere reconocer el principal resorte de la
evolución de las formas sociales: la lucha de clases. La moral sólo es
una de las funciones ideológicas de esa lucha. La clase dominante impone a la
sociedad sus fines y la acostumbra a considerar como inmorales los
medios que contradicen esos fines. Tal es la función principal de la moral
oficial. Persigue "la mayor felicidad posible", no para la mayoría,
sino para una exigua minoría, por lo demás, sin cesar decreciente. Un régimen
semejante no podría mantenerse ni una semana por la sola coacción. Tiene
necesidad del cemento de la moral. La elaboración de ese cemento constituye la
profesión de teóricos y moralistas pequeño-burgueses. Que manipulen todos los
colores del arco iris; a pesar de ello siguen siendo, en resumidas cuentas, los
apóstoles de la esclavitud y de la sumisión. [...]
Las supuestas reglas "generalmente reconocidas" de la moral
conservan en el fondo un carácter algebraico, es decir, indeterminado. Expresan
únicamente el hecho de que el hombre, en su conducta individual, se encuentra
ligado por ciertas normas generales, que se desprenden de su pertenencia a una
sociedad. El "imperativo categórico" de Kant es la más elevada
generalización de esas normas. A despecho, sin embargo, de la alta situación
que ocupa en el Olimpo de la filosofía, ese imperativo no encierra en sí
absolutamente nada de categórico, puesto que no posee nada de concreto. Es una
forma sin contenido.
[...] La burguesía, que sobrepasa en mucho al proletariado
por lo acabado y lo intransigente de su conciencia de clase, tiene un interés
vital en imponer su moral a las masas explotadas. Precisamente por eso
las normas concretas del catecismo burgués se cubren con abstracciones morales
que se colocan bajo la égida de la religión, de la filosofía o de esa cosa
híbrida que se llama "sentido común". El invocar las normas
abstractas no es un error filosófico desinteresado, sino un elemento necesario
en la mecánica de la engañifa de clase. La divulgación de esa engañifa, que tiene tras de sí
una tradición milenaria, es el primer deber del revolucionario proletario.
L.T.
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