"Somos de los que viven para adelante, de cada día que concluimos nos queda apenas la fiebre, el eco, la resonancia en la nuca. Nuestra entrada en las mañanas es una entrada inocente, como de recien nacidos. Cubrimos nuestra labor igual que los sembradores cubren sus surcos sembrados al caer la noche. Ahí se quedan para crecer y apagarse nuestros granitos de luz. Ni nos preocupan tampoco, porque mañana será otro día. Golpes de tierra en la cara, cortaduras en las manos, vientos y lluvias del cielo, son molestias que terminan donde nuestros pasos cortan la oscuridad. Recostamos la cabeza en el último terrón que dimos vuelta, por eso tal vez, nos duela el amanecer como un resabio de fiebre, un eco, una resonancia sobre la nuca.
¿Los recuerdos, los rencores? Oh, todavía no somos viejos para eso.
Tenemos una fé intensa en la vida, tiene boca de mujer, tiene ideas como estrellas, tiene metáforas rubias como pezones o espigas.
Vamos al sol y estamos esta mañana sobre la última palada que revolvimos anoche, sobre la punta del surco, alegres, recién nacidos".
R.G.P.
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